La demanda social de destrezas como las adquiridas por los graduados/as en ciencia política y de la administración es cada día más intensa. Conocimientos y habilidades como los relativos a la toma de decisiones, a la recolecta y análisis cuantitativo y cualitativo de datos e información, la gestión de recursos humanos, la evaluación de programas y políticas o la gestión de crisis capacitan a los profesionales de la disciplina para dar respuesta a desafíos económicos, sociales y políticos que exigen respuestas flexibles e innovadoras. El ejercicio profesional se orienta a diversos ámbitos y actividades:
el diseño de reglas e instituciones que garanticen la representación democrática y el control del ejercicio del poder político;
el diseño, la ejecución y la evaluación de las políticas públicas en diversos niveles administrativos, al servicio de valores democráticos;
el diseño de instrumentos de medición y de supervisión de la calidad de la democracia, incorporando criterios como la igualdad de género, la protección del medio ambiente o la redistribución intergeneracional;
la organización y la supervisión de procesos electorales en las democracias establecidas, pero, sobre todo, en nuevas democracias;
el asesoramiento para la gestión de los organismos administrativos públicos;
el trabajo, a nivel directivo o de campo, con organizaciones del tercer sector en labores de protección de los derechos humanos, de cooperación internacional o de protección medioambiental.