Los estudios de Derecho han disfrutado de una presencia extraordinariamente destacada en las universidades desde el momento fundacional de las primeras instituciones de esta naturaleza, en plena época medieval, convirtiéndose durante siglos en una de las ramas capitales del conocimiento generado, transmitido y difundido en estos centros educativos en todo el ámbito europeo.
Es más, la progresiva multiplicación y diversificación de las disciplinas científicas que han ido encontrando acogida en la oferta de títulos universitarios en las últimas décadas no ha supuesto una merma de su gran importancia tradicional, hasta el punto de que en la actualidad sigue ofreciendo el tipo de formación nuclear requerida, no sólo para el ejercicio de las denominadas profesiones jurídicas (abogados, jueces, fiscales, notarios, registradores…), sino también para acceder a un amplio abanico de puestos vinculados a la función pública, siendo también digna de mención la enorme relevancia del papel que los licenciados en Derecho continúan desempeñando en otros sectores relevantes de la actividad profesional, como pueden ser los campos de la empresa y de la asesoría y consultoría o en la propia esfera política.