El estudio de la Historia procura un conocimiento racional y crítico del pasado de la humanidad a fin de comprender mejor el presente y hacerlo comprensible a los demás, pues permite desentrañar la relación que existe entre los acontecimientos y procesos del pasado y los problemas del presente. Asimismo, la ciencia histórica contribuye a cohesionar la colectividad y a generar conciencia cívica y aprecio hacia el pasado y su patrimonio histórico, cultural, artístico y arqueológico, sin dejar por ello de servir, a la vez, al reconocimiento de la complejidad y diversidad de sociedades, culturas y sistemas de valores humanos y, por ende, al desarrollo de actitudes de tolerancia y respeto hacia los distintos puntos de vista que se derivan de las diversas tradiciones históricas y culturales.
El ámbito académico no se circunscribe en absoluto a la tarea docente de sus miembros sino que cada vez con más pujanza se reclama a las universidades su participación activa en el campo de la investigación y el desarrollo (I+D). Un porcentaje cada vez más notorio del presupuesto destinado a la financiación de las universidades públicas va a estar vinculado a los diversos proyectos de investigación. Resulta significativo, el papel que puede desempeñar el campo de la investigación en la solicitud del título de Historia la demanda creciente de licenciados en Historia que desean continuar y completar su formación mediante su matriculación en estudios de Tercer Ciclo, o en Másteres Universitarios, con objeto de llevar a cabo la realización de su tesis doctoral.